Han Kang y la ley marcial en Corea del Sur: sin literatura no hay pasado
Ainhoa Urquia Asensio, Universidad Complutense de Madrid
“¿Puede el pasado ayudar al presente?
¿Pueden los muertos salvar a los vivos?”
Han Kang, en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, diciembre 2024
Nos contaba Han Kang hace unos días, desde una suntuosa sala de la Academia Sueca, que había algo que le impedía escribir su novela Actos Humanos. Es normal, dado que a través de ella terminó explorando el momento más trágico vivido por la ciudad de su infancia.
En mayo de 1980, la ciudad de Gwangju sufrió una brutal represión violenta por orden del dictador Chun Doo-hwan. A día de hoy, la cifra de fallecidos que propone el gobierno, de unos centenares, resulta irrisoria cuando se tiene en cuenta que familiares y agencias internacionales consideran que hay varios miles de víctimas. Una gran mayoría de los asesinados eran estudiantes universitarios que se rebelaban contra una ley marcial que les impedía expresarse como ciudadanos libres.
La memoria empática
Existen muchas maneras de contar historias difíciles, ¿por qué la de Han Kang es especial? Según la investigadora Ji-eun Lee, experta en literatura coreana de la memoria, es porque la narración de la historia a través de la voz de Han Kang pierde la coherencia y, por tanto, deja de ser rígida.
No se trata una historia de libro de texto, donde nos cuentan cómo primero pasó esto y luego pasó esto otro. Al contrario, a través de Han Kang las historias nos llegan deformadas, a retales a menudo incomprensibles. Esto, aunque parezca contradictorio, nos ayuda a encontrar una lectura más empática.
Por eso, cuando la leemos, encontramos en sus pasajes nuestro propio Gwangju, el Gwangju de nuestros pueblos, el que hemos oído mil veces en las batallitas de nuestros padres, o el Gwangju del que nuestras abuelas no quieren hablar. Al trazar conexiones entre lo profundamente personal, lo humano, lo inhumano y la historia, el Gwangju de Han Kang se convierte en universal.
Han Kang difumina los límites entre los recuerdos privados y los públicos. De esa forma, la Historia, con mayúscula, y las historias, en plural y con minúsculas, se convierten en lo mismo.
El trauma entra en la lista negra
Esta semana hemos conocido que, tras un primer intento fallido, la Asamblea Nacional surcoreana ha aprobado la destitución del presidente Yoon Suk-yeol. Yoon anunció una estricta ley marcial la noche del 3 de diciembre, motivando una oleada de protestas multitudinarias por todo el país. Aunque queda por conocer la decisión final por parte del Tribunal Constitucional, la noticia fue celebrada entre cantos y bailes en las calles heladas de Seúl.
Lo que será de Yoon aún está por ver, pero lo que lanzó a miles de surcoreanos a las calles fue el recuerdo de hace 40 años. Precisamente fue una ley marcial lo que permitió la masacre que nos cuenta Han Kang en su obra Actos Humanos.
Si bien su discurso de aceptación del Nobel ya estaba escrito y traducido antes de estos hechos, Han pudo posicionarse en la rueda de prensa de unos días antes.
Al ser preguntada por la televisión pública surcoreana sobre el papel de la literatura en momentos confusos como los que se estaban viviendo, Han respondía:
“La literatura es el acto de acceder una y otra vez al interior de los demás y, en ese proceso, profundizar también en el propio. Al repetir continuamente estos actos, se genera una cierta fuerza interna. Por eso, cuando surge una situación inesperada, nace una fuerza que nos permite pensar, juzgar y hacer todo lo posible por tomar la mejor decisión. Por eso mismo, la literatura nunca nos será superflua, sino algo absolutamente esencial”.
Cabe recordar que el camino que ahora culmina Han Kang no ha estado libre de piedras. Tras la primera publicación de Actos Humanos en el año 2014, el gobierno de la expresidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, encontró en la obra cierto “sesgo ideológico”. Esto llevó a Han a ser incluida en una lista negra cultural también integrada por creadores como Bong Joon-ho, el director de Parásitos. Por si la imposibilidad de recibir apoyo institucional no fuera suficiente, la propia presidenta Park se negó a felicitar a la autora por recibir el Premio Booker International en el año 2016.
Literatura para cuidar del presente
Sábado 14 de diciembre. Antes de la votación que cerraría la situación que ha dejado semanas en vilo a Corea del Sur, Park Chan-dae, líder parlamentario del Partido Democrático de Corea del Sur, cita a la escritora: “¿Puede el pasado ayudar al presente? ¿Pueden los muertos salvar a los vivos?”
“Sí”, se responde él. Y añade: “Mayo de 1980 ha salvado a diciembre de 2024”.
La literatura se cuela en las cámaras de gobierno. La democracia hay que contarla, y la ausencia de ella también. Solo así estaremos a salvo.
Ainhoa Urquia Asensio, Profesora de cultura y literatura coreanas // Traductora editorial y audiovisual de coreano, Universidad Complutense de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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Author: viajes24horas
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